¡Por favor, decime que de verdad sos Pierce Brosnaaaaaan!!! ¿Hablás español? ¡Mirá qué bien! Porque yo todavía no terminé de traducir mi página al inglés… Sí, ya sé, no me da la vida. Y como me tengo que hacer todo yo, porque a nadie se le ocurre pagarme para que la haga más rápido, la voy construyendo a lo “cuando pinte”.
¡Sos vos, Pierce! ¡Ahhh, no lo puedo creer! ¡Qué alegría tenerte acá! Te juro que soy fanática mal. ¡Sos el James Bond de mi vida! ¡Mi espía favorito! Te juro que te dejaría espiarme 24/7, onda Cincuenta Sombras de Grey, pero sin tanta complicación legal, claro. Y no es por hacer una oda a la belleza hegemónica, eh, pero Pierce… ¡qué pintaaaa! ¡Olé, olé! ¡SOMOS DIOSES, PIERCE! A ver, decime la verdad, ¿no te pasa lo mismo que a mí cuando salís a la calle? Esa sensación de que entre vos y yo le ponemos un poquito más de onda al mundo, de que somos como una brisa de aire fresco entre tanto mortal desabrido que no sabe lo que es ser tan guapo. Dale, ¡abrazooo grupal de lindos, Pierce! ¡Estamos bendecidos!
No sabés, te vi en Wimbledon y se me desborda la imaginación… ¡Ay, Pierce! Lamería cada centímetro de tu ser, pero tranqui, no te asustes. Me comporto… hasta cierto punto. Y ojo, no te lo digo solo por lo físico, eh, que acá no estamos para superficiales. Te lo digo por esa forma tan tuya de romper con los prejuicios de la edad. ¡Hombres con 50 ya tirada a la marchanta, como si tuvieran 90! O peor, los que llegan a los 40 y ya están agarrándose fuerte a sus tabúes, como si eso les diera identidad… ¡Aburridoooo!
Gracias, Pierce, en serio. Gracias por ser ese ejemplo de salud y belleza que nos das sin siquiera proponértelo. Y espero encontrarte en el próximo Wimbledon, voy a ser la morocha alta que te va a cortar la respiración con mi vestido, ya te aviso. ¡Siii! Y ya que estamos, aprovechando que te tengo acá, no quiero irme sin dejarte mi número y decirte que me encantaría hacerte una entrevista súper secreta. Ya sabés, para hablar de todo esto de la belleza, la seducción, y cómo sos, simplemente como yo… ¡Deseable!
Te mando un beso, Pierce. Y bueno, uno más…
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