Horas antes nos peleamos por haberme reído del mal juego de futbol de tu equipo chileno. Ché jugaron para el orto, ¿que querés que te diga?. Vos te metiste al baño. ¿Estás llorando, ché?- me burlé. Que no es para tanto, ché! yo también sé lo que es sufrir cuando juegan para la mierda, te lo digo yo que he visto caer a un dios, mirá a mi Messi como… Abriste la puerta odiándome un poquito más. No pude evitar reírme por dentro.
No tuve otra que saquear tu refrigerador, tu mal humor me daba más hambre del normal. Calculé que si en media hora no te recomponías psicológicamente te abandonaría, no quería ser testigo de un suicidio o algo así, odié con toda mi alma a los putos que jugaron tan mal ese día y que arruinaron mi performance sexual con el doble de Chayanne, joder, que no hay justicia en el mundo.
Estaba en lo mejor morfándome un jamón cuando apareciste y te sentaste a mi lado. Abriste un champagne, nos reímos, conversamos de todo (menos de deporte), subimos el volumen, una copa y otra más, desplazamiento feliz por tu living como si nos poseyera un feroz espíritu tribal. ¡Salgamos de aquí! ¡Vámonos a bailar!– gritaste. Siiiiiii,vamos! te seguí y nos trepamos a tu RAM 2500, la bestia americana con sus seguros de volver al futuro. 1, 2, 3, autorizado para despegar, V1 rotación, navegando... actué divertida, mientras buscaba música en esa pantalla táctil tan grande.
Avanzamos a toda velocidad por Alonso de Córdova mientras sonaba Rockefeller Skank que puse sólo para joder y contornearme como ninfómana en celo sobre tu asiento de cuero. Con tu mano derecha me tocabas las tetas y sentía una leve humedad aflorando entre mis piernas, hace rato que quiero darte de besos. Sentí un fuego descontrolado y desabroché mi blusa, te mostré radiante mis grandes tetas, saqué mi lengua kilométrica y me chupé los pezones, tu brazo recorriéndome despacio, observé como mordías tu labio inferior, voy a estacionar, decís, no, seguí andando, toco tu entrepierna, duro como roca. Bajo tu cierre en el instante que doblás por Presidente Riesco. Un semáforo. Te acomodás para que rebusque y saque tu miembro fuera. Todo, absolutamente todo dentro de ese vehículo, era macro. Deliro.
Me desprendo del cinturón, un zapato, otro, fuera, me saco el pantalón, quedo en bragas, escucho tu risa incrédula como si no supieras de lo que soy capaz de hacerte. Voy a parar, ya estás parado, te reís, me apodero de vos con mis manos y empiezo a masturbarte, lo quiero en mi boca, me inclino para devorarte mientras entramos al túnel de la Costanera Norte iluminados por sus reflectores. Eat Sleep Rave Repeat, resuena fuerte. Gritás como enajenado. Ahhh. Ahhh. Ahhhhhh. Estamos hechos el uno para el otro. Me excita tanto. Prosigo. Ahhh. Ahhh. Ahhhhhh. Mi operación oral continuará hasta el infinito. La claridad de los focos nos iluminaban fuerte a través de la luneta del auto. No entendía nada de lo que decías o gritabas, era imposible que me concentrará en tantas cosas a la vez. Tu inmenso miembro en mi boca iba a estallar, tus dedos masturbando mi clítoris me tenían abierta con mi cola apuntando cada reflector del túnel, con la poca consciencia que me quedaba pensé que esto debía ser muy muy rápido, Eat Sleep Rave Repeat…
Te solté para atraparte con mi concha hambrienta, acomodé mi cabeza en tu cuello para dejarte seguir la luz hasta el final del túnel, nada me asustaba, ver cuanto más podrías tener el control de tus dos máquinas me enceguecía. Me desplomé a los segundos sobre vos, sentí tu controlado espasmo, mis piernas chorreando, la fricción abrupta de los frenos al bajar la velocidad, caí pesada como un plomo en mi asiento, nadie recordaba ningún estúpido equipo de fútbol, la felicidad me vibraba por dentro del cuerpo, escuchaba a lo lejos tu risa y toda la retahíla de groserías que tu entrecortada respiración te permitía gritar, los últimos destellos de luz en el techo transparente nos acompañaban. Eat Sleep Rave Repeat. Abro los ojos, oscuridad de nuevo, la noche recién empezaba.
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