Ché, me gustás cuando te callás porque te puedo sentir,
porque te acercás hipnotizado a eyacular sobre mí
y volcás tu ser a mi lado como si hubieras muerto.
Y sí, como todo alrededor gira sobre mí,
vos emergés de entre mis sábanas lleno de mi olor,
encendiendo mi deseo para de un salto montarme sobre tu lengua, y cabalgarte la cara.
Ché, me gustás cuando callás y estás así, lejos, perdido en tu placer,
nada ni nadie te alcanzará en tu propio viaje.
Y sólo yo, seré sólo yo, quien acompañará ese silencio de muerto al desplomarte.
Ché, me gustás cuando callas porque estás como ausente, no hay nada que se compare con ese momento de amor con vos,
hasta convertirnos en esos dos seres sin nada más que decirse,
anhelando un viaje al futuro, en el cual podamos volver a mover las ganas de nuestros cuerpos,
sólo por gusto y nada más.